jueves, 15 de mayo de 2014

Las notas, una gran mentira.

En mis 19 años de vida, siempre he pensado que las notas eran algo esencial y necesario en el sistema educativo; me parecía absurdo a la vez que una pérdida de tiempo, pararme a pensar en una escuela sin notas, calificaciones o exámenes. Hasta que llegó Miguel Sola con sus charlas y sus enlaces a artículos, para desmontar todo mi pensamiento sobre el tema.

Pero la mejor manera de cambiar a alguien de pensamiento, es con argumentos y verdades como puños. Y a mí se me han proporcionado estos, los suficientes para pensar sobre cosas que nunca se me habría pasado por la cabeza que se podían hacer mal, como es el caso de las notas, las dichosas notas.

Se me han abierto los ojos, y me he dado cuenta de que las notas solo son una herramienta para ir clasificando personas (personitas mejor dicho porque tratamos a niños) desde los 6 años. Aparte, que un número no dice nada de lo que alguien ha aprendido, eso solo lo sabe la persona, y no el profesor por ver lo que ha respondido en un examen. Los de sobresaliente son vistos por los profesores con muchos mejores ojos que los que sacan un 5 raspado, y ya ni hablemos de los que suspenden. Este es solo uno de los tantos motivos para justificar que las notas sobran, porque además del ya mencionado, no reflejan realmente nada de lo que ha aprendido un niño, solo si ha memorizado correctamente lo que se le está preguntando en un determinado examen con unas 10 determinadas preguntas en la mayoría de los casos. Pero por otra parte, tampoco pienso que se clasifique realmente a nadie según las notas que saque en primaria, solo se clasifica lo bien o mal que ha recordado lo que se le pregunta en el examen. No considero que las notas en Primaria hipotequen el futuro de los niños y niñas. Quizás si sean las notas una herramienta más letal en la ESO, donde ya si que indican más o menos que camino has de tomar en tu futuro.

Digo esto porque yo mismo también conozco varios casos de gente que en Primaria y la ESO suspendía frecuentemente, y luego en Bachiller le dieron la vuelta a la tortilla. O viceversa, que parecían de más pequeños brillantes por las notas que sacaban, y sin embargo en la recta final de la ESO o Bachillerato, les costaba más seguir estando en la línea de los sobresalientes. Pienso que lo que se haga en una etapa, no hipoteca para la siguiente, en el sentido de que si un alumno es maravilloso en Primaria, no significa que en la ESO lo siga siendo. Ni siquiera de un curso para otro, y por ir a un extremo mayor, ni siquiera de un trimestre para otro. Creo que la etapa clave en el que se puede llegar a dar un cambio es la adolescencia, en la que niños y niñas pueden llegar a cambiar radicalmente de actitud por diversos factores que no es necesario ponerse a explicar ahora. A lo que voy es que puede que las notas clasifiquen personas, pero hay otros factores que también entran en juego.

Me gustaría mencionar el sistema que hay en preescolar/infantil, en donde los niños no realizan exámenes ni se les ponen nota a lo que hacen (al menos cuando yo estaba era así). Para estar más seguro de lo que digo, he sacado mis antiguas notas de Infantil, y era un folio en el que salían aspectos como atarse los cordones de los zapatos, pintar sin salirnos del borde, botar la pelota, ser aseado, esperar el turno, cuidar el material, diferenciar izquierda y derecha, localizar dentro y fuera, terminar puntual, o dibujar la figura humana, entre otros cuantos más. Se aprenden multitud de cosas en esa etapa, y no están los niños expuestos a unos exámenes ni pruebas para otorgarles un número. Simplemente en mi caso, se decía ¨Satisfactorio, progresando, o necesita mejorar¨. Es decir, si lo hacía correctamente, si le quedaba poco para conseguir el objetivo, o si aún tenía que progresar más en ese aspecto. En el caso de atarse los cordones, un ¨satisfactorio¨ era que sabias hacerlo en condiciones, un ¨progresando¨ que lo hacías, pero no del todo bien, y un ¨necesita mejorar¨, que estabas muy lejos del objetivo. Sería absurdo poner un 7 a atarse los cordones ¿eso qué es? ¿Qué sabes pero puedes mejorar? ¿Qué sabes pero 3 de cada 10 veces fallas? ¿O que no sabes porque solo un 10 es saber atárselos?



Pues algo similar ocurre en el resto de cursos superiores. Si por ejemplo en un trimestre de un curso de Primaria en Matemáticas se da la suma, y a un alumno le ponen en ese trimestre en las notas de navidades un 7 ¿qué significa? ¿Qué sabe pero 3 de cada 10 veces falla? ¿Qué sabe pero a veces se equivoca? Son cosas que o se saben o no se saben, como ya comentamos en clase con otros ejemplos, como el de poner nota a un cirujano o a un alicatador. Las cosas o se saben, o no se saben, por eso calificarlas con un número es algo ridículo si te pones a pensarlo.

Quizás para valorar otras cosas en la vida, como películas, canciones o restaurantes, solo quizás, a lo mejor podamos tirar de una cifra del 1 al 10, pero no para reflejar lo que un alumno ha aprendido.

En definitiva, he de decir que el proyecto de evaluación ha sido el que más me ha gustado de todos los que hemos dado en el cuatrimestre, porque es el que más me ha hecho pensar y replantearme lo que pensaba anteriormente, y ahora tengo numerosas dudas y contradicciones en mi cabeza que no sé si alguna vez llegaré a resolver, espero que sí. Pero hay algo que sí me está terminando de quedar claro, que ser maestro no es una profesión tan fácil como algunos la venden. Termino dejando dos exámenes en los que las respuestas no pueden ser más sinceras, y si te pones a pensar, lógicas. Son de humor, pero, en el supuesto de que pasara realmente ¿acaso un profesor podría suspender a este alumno por decir la verdad?





domingo, 4 de mayo de 2014

Un sueño llamado ser maestro

El baloncesto es un deporte que me encanta, tanto o más que el fútbol. No voy a decir ni mucho menos que ¨el baloncesto es mi forma de vida¨ porque esa frase está muy de moda últimamente, y al no gustarme las modas, me niego a usarla. En fin, que me gusta más que bastante. De ahí, que cada mes desde hace tiempo me compre la revista ¨Gigantes del basket¨, y creo que no hay que ser un intelectual para suponer de que cosas hablan en ella. 
En el número de septiembre de 2013, hicieron una breve entrevista con David Doblas, jugador del Gipuzkoa, que a raíz de esa entrevista, descubrí que tiene finalizada la carrera de Magisterio, y por la que siente verdadera pasión, así que por esa época, que estaba a punto de estrenarme como universitario, mis ganas de empezar en la Facultad aumentaron considerablemente. Os dejo una foto de la pequeña parte de la entrevista en la que le hablan sobre el tema universitario:



En el reciente número de abril, volvieron a tener una entrevista más extensa con el, y de nuevo, salió el tema de Magisterio: 


La verdad es que resulta sorprende que un tipo que ha podido llegar a lo más alto (nunca mejor dicho) en la ACB, tenga otro sueño en la vida, y no es más ni menos que ejercer como maestro. Cuando termine su carrera como jugador, tiene muy claro que no quiere ponerse a entrenar equipos ni ser directivo ni nada de eso, ser maestro es su sueño. Y la verdad es que lo entiendo. Cuando entre en septiembre a la carrera, pues tenía ganas de ser maestro, pero ni la mitad ni un cuarto de las ganas que tengo ahora, y solamente han pasado 7 meses. Me queda aún parte de primero, y 3 años más, y solo espero que el nivel de ganas de querer trabajar dentro de un aula, vaya elevándose en la misma proporción que lo ha hecho desde septiembre hasta ahora. En octubre yo tenía un ideal de lo que debía ser un maestro, y ese ideal, era simplemente reproducir las características de algunos maestros de mi etapa como estudiante. Con el paso de los meses en primero de Magisterio, de lo que más me he dado cuenta, es de los fallos, que han sido muchos, que han cometido profesores míos durante mi pasado, conmigo, o con compañeros de clase. Y por eso yo no quiero cometer esos mismos fallos ni ser tan simple de aspirar a ser en el futuro el típico profesor de toda la vida; me gustaría poder aspirar a algo más. 

La educación en España no pasa por su mejor momento, ni mucho menos, eso cualquiera lo sabe, pero si alguien puede cambiar esto, somos los maestros. Ni las familias, ni los alumnos, nosotros. El cambio tiene que empezar con nosotros (que se supone, somos los profesionales en educación) y en efecto dominó, irá el resto de aspectos relacionados con la educación, modificándose para buscar algo mejor que lo que hemos visto en los últimos años, y que tantas críticas ha recibido. Pero claro, todo será más fácil siempre que la legislación no sea una barrera en nuestras metas ¿entiendes Mr.Wert?

Volviendo al tema inicial, es curioso cuanto menos ver que un jugador que podría decir que su sueño es jugar en la selección española, o haber llegado a la NBA, diga que ser maestro es su sueño, pero para ser realistas, es comprensible si has estado en la carrera de Magisterio, la que es, seguramente, la carrera que tiene que aguantar mayores desprecios y que está menospreciada, porque algunos iluminados piensan que estamos todo el rato haciendo manualidades, o tocando la flauta. ¨La carrera de los tontos¨, así la llaman en Sevilla, y cada vez en más ciudades. No hace falta decir nada más. Eso creen de nosotros los del exterior de la Facultad de Educación, tienen su derecho a opinar, por supuesto, pero hablar sin saber me parece la misma tontería que decir que sabes inglés sin saber conjugar ni siquiera el verbo to be. Sin embargo, el 100% de personas de mi entorno que tienen la carrera finalizada, tod@s tienen comentarios similares, y todos hablan de que ¨es la carrera más bonita que hay¨, y no es un comentario empalagoso, es la realidad, porque como estudiante de primero que soy, puedo decir que afirmo esto.

En fin, que donde algunos ven imposible que el sueño de una persona sea ser maestro, otros, lo ven totalmente lógico, porque no solo es una profesión, diría que también es una responsabilidad el hecho de que esté en nuestras manos la educación de tantas personas que pasan con los años por nuestras manos. Pero tampoco cualquier maestro vale, no todos tienen merito como docentes, diría que sobran maestros tradicionales o que llegan al aula a mirar la blackberry, y hacen falta muchos más maestros del siglo XXI.